Llega el buen tiempo, los meses de Julio y Agosto y, con ellos, las deseadas y merecidas vacaciones. Llega el momento de descansar, desconectar, olvidarse de la rutina y hacer todo aquello que la vida cotidiana impide: hay tiempo para pasear, los proyectos frustrados, potenciar la vida social, etc.
Todo ello influye en nuestro estado de ánimo, en el sueño y en el cuidado personal, propiciando la atención en algunos aspectos de nuestra vida que no atendemos en otro momento por falta de tiempo, cansancio, etc., como puede ser la vida sexual.
Para los solteros, el verano y las vacaciones son momentos idóneos para ser más ociosos, más activos, más atrevidos… parece que se cuenta con todo el tiempo del mundo y la situación facilita el acercamiento íntimo.
Si hablamos de parejas, pudiera parecer que ocurre lo mismo: hay más tiempo juntos, menos estrés, menos responsabilidades. A fin de cuentas, sólo hay que disfrutar del momento. Podría ser el escenario ideal para que se volviera a encender la pasión entre ambos, sin embargo, no siempre es así. Si la vida sexual o el deseo se vuelven ausentes o disminuyen durante todo el año por factores anteriormente mencionados, la solución estaría en tener más tiempo y menos estrés.
Pero el deseo y la actividad sexual no sólo descienden por falta de tiempo, sino que puede ser un claro signo de problemas de pareja. En tal caso, si existe algún problema de fondo en la pareja, el pasar más tiempo juntos significa también tener la oportunidad de quemarse antes con el otro, de discutir más y de evidenciar problemas estructurales en la pareja que alejan, lo cual repercute directamente en el deseo y en la frecuencia de las relaciones sexuales. De hecho, muchos divorcios se plantean después del verano o de las Navidades, momentos en los que se comparte mucho más tiempo en pareja y afloran las discrepancias, la dificultad para solucionar los problemas y los rencores.
Otro factor que puede influir de manera determinante en la sexualidad de una pareja en esta época es la expectativa. Pensar que la situación y el entorno idóneos proporcionarán un aumento en las relaciones sexuales es un error. El ser humano no es únicamente contextual, sino que existe una determinación biológica y psicológica. Con respecto a esta última, si se piensa que se debe aprovechar el tiempo para tener un acercamiento íntimo con mayor regularidad, se puede entender como una presión, una obligación. Esto sólo va a provocar que se genere rechazo a las situaciones sexuales o incluso cualquier gesto de cariño mal entendido.
Además, aunque este suceso no siempre ocurra, esperar que el deseo aumente sin esforzarse y sin cambiar nuestros hábitos previamente, es muy poco realista. Para comprobarlo, sólo se debe echar la vista atrás y pensar en otras vacaciones: si ha mejorado o no la vida sexual únicamente por el contexto o se ha intentado cambiar de alguna manera, como siendo más cariñosos, compartiendo tiempo y actividades, fomentando la comunicación y la empatía… Todo ello favorecerá el acercamiento en pareja y, como consecuencia, la sexualidad en compañía.
Si la sexualidad se cuida durante todo el año, es lógico pensar que cuando el entorno es más propicio, mejorarán las relaciones. Pero si dejamos la sexualidad en un segundo o tercer plano en nuestra lista de prioridades el resto del año, va a existir una mayor dificultad para recuperarla en unas pocas semanas.
Silvia Cintrano
Unidad de Sexología de Instituto Centta