Cada vez es más frecuente que las personas acudan a terapia de pareja para solucionar sus diferencias. Los problemas de pareja son cada vez mayores y esto ocurre por una serie de variables sociales y culturales que hace que los individuos tengan muy difícil conciliar la vida privada con la laboral. En otros casos, la situación personal de los individuos en un marco de crisis económica hace que sus energías estén depositadas en otros ámbitos dejando a la pareja fuera de sus prioridades.
Muchos son los factores que intervienen en una crisis de pareja. La configuración de las variables que intervienen en una crisis deja un mapa infinito de posibilidades: familia de origen, problemas individuales, hijos, dinero, trabajo, acontecimientos… Lo esperado es, en consecuencia, que la naturaleza de los conflictos que traen a una pareja a sesión también sea variada. Por eso es determinante que la pareja, así como el terapeuta, logren identificar de que tipo de crisis se trata y a partir de entonces comenzar un proceso de terapia de pareja.
Un tipo de crisis frecuente en terapia son aquellas denominadas por el autor Pittman como evolutivas. Al igual que los individuos, las parejas van evolucionando y pasando por distintas etapas que requieren distintos esfuerzos. Al avanzar van produciéndose crisis que son resueltas por ambos individuos para dar respuesta a una situación nueva. Estas crisis son naturales y permiten que la pareja evolucione y crezca. En algunas ocasiones estas crisis no se han resuelto bien y un miembro de la pareja, o ambos, no quedan satisfechos emocionalmente con la nueva configuración. También ocurre que esta nueva organización no llegue a producirse, con lo cual, la pareja permanece en una crisis irresuelta que genera mucha discusión y sufrimiento. Ejemplos de estas crisis son la llegada de un hijo, el irse a vivir juntos, que los hijos abandonen la casa y se vayan a estudiar, casarse, etc.
Otro tipo de crísis ocurren por eventos imprevistos que dejan a la pareja en una situación nueva que no habían planeado. Estas crisis son muy agudas y dolorosas y requieren de un trabajo intenso. Que un familiar fallezca, la perdida del empleo de unos de los miembros de la pareja, un accidente, etc. Son sucesos con una carga emocional muy grande que a menudo es producida por las pérdidas que el acontecimiento produce. Trabajar estas pérdidas y la aceptación de la nueva situación en pareja se hace imprescindible para que ésta no se resienta.
Otra crisis que define Pittman son las estructurales. Son aquellas en las que la configuración de la pareja conduce a ambos miembros al conflicto permanente. Casi desde la formación de la pareja hay un conflicto que se repite y que no consiguen solucionar. Este conflicto no tiene que ver con hechos concretos, está relacionado con la disposición que adoptan ambos miembros que conviven en un pulso permanente. Puede tomar muchas formas aunque en su esencia es el mismo. Detrás de estos conflictos hay problemas personales, vinculados al apego de ambos miembros que hacen que vayan a la pareja a solucionar conflictos y vacíos emocionales, depositando en la relación de pareja unas expectativas vitales e individuales imposibles de satisfacer. Son casos graves que dejan a la pareja muy debilitada y que exigen un proceso terapéutico largo.
Estas son las principales formas que adoptan las crisis de pareja, se pueden dar juntas y a menudo es muy complicado identificarlas. Gran parte del trabajo en pareja estará conseguido si terapeutas y pacientes consiguen construir una narrativa que se adecue al problema, para así fijar unos objetivos reales y alcanzables.
Eduardo Torres
Unidad de Psicología Familiar