Presenta una incidencia del 2% en la población general, de los cuales un 70% se aísla y avergüenza y el 30% restante lo afronta y acepta.
El tartamudeo puede tener un origen orgánico debido a una pequeña disfunción en el hemisferio cerebral izquierdo responsable del control del lenguaje formal.
Comienza a manifestarse entre los 2 y los 3 años de edad, cuando el niño comienza a estructurar el lenguaje. En esta época de aprendizaje no suele dársele mucha importancia al balbuceo o tartamudeo porque se considera parte del aprendizaje. Sin embargo si a los 5 o 6 años continúa puede quedar instaurado definitivamente.
También puede tener un origen emocional/traumático en la infancia, que se ha visto reforzado por la continua estimulación del afecto postraumático con el sonido del tartamudeo.
Suele dispararse o acentuarse cuando el paciente tiene que enfrentarse a situaciones en las que no se siente seguro, ante personas que les atemorizan o que les hacen sentir presionados.
Así afrontar la vida escolar se vuelve cada vez más difícil, nadie quiere convertirse en el centro de las burlas de sus compañeros de clase, nadie quiere ser señalado porque no puede expresarse con fluidez delante de la clase y no digamos tener que leer algún texto en voz alta.
Esta situación les obliga a luchar en un doble frente, primero contra los prejuicios de la sociedad y, segundo, en el de la aceptación de sí mismos. A veces esta lucha es tan ardua y agotadora que prefieren aislarse, inhibirse, mostrar su rebeldía y mal genio, no quieren salir, ni tampoco ir a clase.
TRATAMIENTO:
La terapia del leguaje realizada por logopedas ayuda a disminuir la disfluencia (dificultad de fluidez), se consiguen disminuir las trabas, bloqueos y repeticiones. El trabajo que se realiza con un individuo tartamudo es personalizado. Se le enseña, por ejemplo, a hablar pausado, a hacer ejercicios de respiración y de coordinación fonorrespiratoria, a prolongar el sonido inicial de palabras que comiencen con consonante y vocal, excepto p, t, k y ch. También a trabajar lecturas en alta voz, grabando lo que lee, y leer simultáneamente con otra persona. “Algunos de los ejercicios planteados son de uso constante y con otros se aconseja trabajar dos veces al día todos los días”.
La psicoterapia con EMDR aborda la parte emocional del problema y permite descubrir qué tipo de problemas ha tenido en la infancia que han contribuido a la génesis y/o mantenimiento del tartamudeo. Una vez descubiertos se pueden reprocesar estos episodios haciendo desaparecer la perturbación que le producen de modo que pueda recordar este tipo de experiencias como cualquier otra de su vida sin desligándolas de la carga emocional negativa.
Una vez trabajado el pasado, el origen, se puede trabajar con las situaciones del presente que disparan el tartamudeo y las creencias asociadas a estas situaciones.
RESULTADOS:
El paciente comprende como se gestó, entiende de donde viene y organiza sus recuerdos y vivencias del tartamudeo de forma adaptativa.
Acepta de buen grado su experiencia vital, refuerza su autoestima, sale de su aislamiento y puede vivir su vida con absoluta normalidad aunque a veces y, de forma puntual, pueda volver a surgir algún episodio de tartamudeo, sabe que puede aceptarlo y manejarlo.