La Tanatofobia se define como el miedo irracional y persistente a morir. De forma que lejos de ser una experiencia humana común, como lo es para la mayoría de la población, pasa a convierte en una fuente de enorme sufrimiento para determinadas personas, que se potencia al contacto con ciertos lugares, experiencias y elementos relacionados con la muerte, como pueden ser los funerales, los hospitales, etc.
Al ser considerada una fobia específica, se atribuye su origen a experiencias de naturaleza traumática, generalmente en las primeras etapas de vida, relacionadas con la muerte o la enfermedad en el entorno más cercano, así como a posibles duelos no resueltos y/u otras circunstancias ante las que la persona no encuentra cómo responder de forma adaptativa; pero se ven culturalmente condicionadas por la ausencia de una pedagogía de la muerte, sobre todo en los y las menores, que aprenden de su entorno que este es un tema “de adultos”, del que apenas se habla o se transita en silencio, pretendiendo estos incluso un imposible: que los más pequeños pasen por estas experiencias sin darse demasiada cuenta.
Así, el miedo se establece en los niños y las niñas como la respuesta más adecuada y acorde ante lo desconocido y abrumador de una vivencia que es seguro que en más de una ocasión a todos/as les llega a afectar.
En arteterapia, podemos trabajar tanto para el abordaje de la tanatofobia que persiste como, fundamentalmente, desde un punto de vista preventivo, acompañando a los y las menores en los procesos de enfermedad propia y/o de las personas cercanas, duelos y pérdidas significativas, y otras posibles experiencias relacionadas con la muerte, minimizando la posible huella traumática que en ellos/as puedan llegar a tener.
La arteterapia ofrece un espacio para la creación genuina que, a través de las formas, los materiales y los procesos creadores, permite la expresión e integración de las emociones que acompañan a estas experiencias vitales, en un espacio de contención y seguridad necesarias en el que lo a menudo “innombrable” pueda ser reconocido, visibilizado y compartido.
La naturaleza simbólica del arte permite el despliegue de narrativas silenciadas o distorsionadas en relación con todo un abanico de experiencias que a los/as menores les cuesta compartir, pero en las que, en numerosas ocasiones, no pueden dejar de pensar, actualizándose en el presente de forma que actúan como freno vital y no como motor para el proceso de desarrollo, crecimiento y maduración en el que se hallan inmersos.
En arteterapia, las obras o producciones artísticas actúan como tercer componente en una relación vincular triangular que sostiene estas narrativas hasta que los y las menores logran atribuirle los significados propios necesarios que sustituyan el miedo, la angustia, el bloqueo, la negación, etc. por la comprensión, la tristeza, el recuerdo,… y así hasta lograr su integración como parte de la memoria vital que les acompaña, pero que no les limita en sus posibilidades de ser en su máximo potencial. Su capacidad para crear algo nuevo con lo que tienen les permite narrar su historia de otra manera, siendo protagonistas de su proceso.