Hay dos fechas que todos tenemos señalas en el calendario para el inicio de los buenos propósitos, una es después del verano y la otra al comienzo del año nuevo. Cuando se trata de perder peso, siempre nos decantamos por resultados rápidos y recurrimos a un dietista y al gimnasio.
Sin duda, un dietista podrá calibrar el tipo de alimento y la cantidad adecuada para cada persona según su sexo, su edad y su actividad física. Un preparador físico podrá elaborar un plan de entrenamiento adecuado a su edad y a su peso, pero el psicólogo es el gran olvidado en este universo. El psicólogo puede ayudarnos a vencer esos obstáculos que dinamitan una y otra vez todos nuestros intentos de perder peso, puede ayudar y entrenar al paciente a adquirir unos conocimientos y aplicarlos para que una vez conseguido el objetivo, éste se pueda mantener a lo largo del tiempo y, sobre todo, puede entender al paciente, acompañarle en este proceso y ofrecerle una ayuda para que encuentre la motivación necesaria para lograr su objetivo.
A modo de reflexión, me gustaría hacer un listado sobre algunas pautas que nos ayuden a afrontar con garantías un programa de cambio de hábitos relacionados con la alimentación y la actividad física de forma sana, saludable y duradera:
- Por ejemplo, no fijarse nunca en los kilos que queremos perder como meta final.
- Establecer pequeñas sub-metas con periodos más cortos de tiempo que nos ayuden a mantener una motivación realista con todo nuestro proceso.
- Valorar al final de cada día o después de cada periodo o sub-meta, lo que hemos conseguido, la manera de hacerlo y el esfuerzo que hemos realizado para obtenerlo.
- Trabajar la autoaceptación y hacernos conscientes de si la gente que nos rodea y nos aprecia prefiere vernos más delgados/as o más felices.
- Aceptar que los kilos que marca la báscula son solo una parte de nosotros, pero no somos “todo” nosotros. Nosotros somos mucho más que lo que marca la báscula.
- Huir de significarnos solo a través del número de kilos o de las tallas. Somos personas que tenemos un peso o una talla y aceptarnos por multitud de cualidades positivas que tenemos que encontrar.
- Entender que nuestro sobrepeso es la consecuencia de unos malos hábitos mantenidos durante mucho tiempo, y que no vamos a conseguir revertir sus efectos en un par de meses.
- Estos se pueden corregir, pero necesitamos paciencia, disciplina, perseverancia y sobre todo, confianza en los profesionales que trabajen con nosotros.
- Mentalizarse y tomarse este trabajo como un aprendizaje a largo plazo que nos aportará otra manera de relacionarnos con nosotros mismos, ahondando en la forma que tenemos de percibirnos.
- Conocerse a uno mismo es la mejor manera de no volver a cometer los mismos errores.
- Huir de los productos, dietas o sistemas que prometen resultados inmediatos y a corto plazo sin esfuerzo. Las cosas no se consiguen sin esfuerzo, al menos las cosas que merecen la pena.
- Todo tiene un coste y tenemos que estar dispuestos a pagarlo.