El 29 de septiembre comienza el llamado ‘Veranillo de San Miguel’ (cuyo patrón es el 29 de septiembre), pero sólo serán unos días de tregua para recordar el verano con subida de las temperaturas. Como bien sabemos todos, desde el 23 de septiembre comenzamos el otoño y con él llegan la disminución de horas de sol, una ligera bajada de las temperaturas, las primeras precipitaciones,…
Todo ello puede traducirse en un síndrome conocido como astenia otoñal, y que puede alterar de forma más o menos pronunciada la estabilidad mental y física de una persona sana durante las primeras semanas de esta estación.
Los Trastornos Afectivos Estacionales (TAE) se caracterizan por la aparición de un conjunto de síntomas que normalmente coinciden con la llegada del otoño y/o de la primavera. Principalmente cursando con bajo y alto estado anímico respectivamente. Así la astenia otoñal no deja de ser un ejemplo más de cómo los seres humanos nos vemos profundamente condicionados por elementos externos a los que debemos prestar atención y así poder generar rutinas de cuidados que los tengan en cuenta.
A pesar de la falta de explicaciones fisiopatológicas que nos hagan entender en mayor profundidad la génesis de este fenómeno, sí que vemos claramente y día a ddía el conjunto de síntomas que afectan a las personas que lo sufren. Y aquí van algunos:
– Cansancio, apatía, tristeza, irritabilidad, angustia, cambios de humor,…
– Falta de apetito, problemas para conciliar el sueño, bajada de la libido,…
– Enfermedades relacionadas con el cambio de temperatura, anemia,…
Pautas para combatir la astenia otoñal
A pesar de ser un síndrome que, en la mayoría de los casos, cursa durante un periodo relativamente breve de tiempo es necesario tomar conciencia de su huella en nuestro día a día. Es recomendable adoptar medidas para combatir la astenia otoñal de forma que tenga el menor impacto posible con:
– Actividades al aire libre.
– Practicar ejercicio físico y exposición al sol.
– Seguir horarios regulares de sueño y adaptarnos a las horas de luz durante el día.
– Cuidar la alimentación.
Si estuviéramos frente un TEA diagnosticado es importante tener en cuenta que existen recursos efectivos como la fototerapia (terapia lumínica), la farmacoterapia y la psicoterapia.
Alimentación: ¿cómo puede ayudarnos?
La dietista-nutricionista de Instituto Centta, Mireia Elías, nos aconseja algunos de los nutrientes que contienen los alimentos porque pueden ayudarnos a combatir estos síntomas. Entre ellos podemos encontrar: las verduras, en especial las de color verde oscuro. En el caso de las frutas, tenemos el plátano, naranja o aguacate. Con respecto a otros grupos alimenticios, encontramos lácteos, pollo, pescado, granos integrales (en especial la avena), patatas, frutos secos (como almendras y nueces), el cacao puro o chocolate negro, entre otros.
¿Consulto a un psicólogo?
Los episodios depresivos son una de las realidades más comunes que nos encontramos en la práctica clínica, y no son pocos los que cumplen patrones estacionales. En la población general, el porcentaje oscila entre el 1 y el 10% y la cifra en mujeres dobla la de los hombres, siendo la edad de aparición entre los 20 y los 35 años.
Siempre que suframos síntomas como los descritos es recomendable hacer una parada y prestarles la atención que merecen. Puede que tengan que ver exclusivamente con el cambio de estación y que tomando conciencia y cuidándonos se pase. Pero también pueden ser señales de que haya otras condiciones médicas o psicológicas en curso a las que prestarles especial atención.
En cualquier caso, siempre es recomendable consultar con un especialista y dejarnos acompañar en el proceso. Ampliar nuestros conocimientos sobre qué nos afecta y de qué manera es la clave para tener una vida más consciente y saludable.