Uno de los principales motivos de discusión en las familias, e incluso de la ruptura familiar, está vinculado a la herencia recibida por parte de los padres y la obligación que esta conlleva a entenderse, negociar y decidir entre los familiares del difunto, pero sobre todo, a que los problemas familiares no salpiquen a este proceso complejo que está acompañado de muchas emociones encontradas.
Lo esperado es que en torno a la herencia entre hermanos surjan complicaciones, algunas de estas complicaciones están relacionadas con los aspectos burocráticos, económicos y legales, que suponen una tediosa labor por parte de los familiares. Pero curiosamente no son estos los aspectos los que más riesgos implican, ninguna familia se ha roto por “papeles” aunque entre sus explicaciones incluyan este argumento.
Hay dos aspectos con más fuerza: uno relacionado con el proceso de duelo tras la pérdida de un ser querido y otro, quizá con más peso que ninguno, son los problemas familiares subyacentes.
En lo que se refiere al duelo, es interesante contextualizar la herencia, ya que esta se produce en medio de una pérdida y en función de como haya sido esta pérdida, si es esperada o inesperada, de la vinculación de los hermanos a la figura que ha fallecido y de la capacidad de estos hermanos de gestionar la muerte del ser querido, va a tener más o menos influencia los problemas que puedan surgir con la herencia familiar.
Lo más habitual es encontrarse una disputa por la herencia entre hermanos que ha acabado en ruptura, y la explicación que dan es que no se pusieron de acuerdo entre ellos, sin embargo, si escarbas un poco, puedes averiguar que la herencia ha sido la punta de un iceberg que esconde una serie de problemas familiares irresueltos entre todos los miembros y que se proyectan en la toma de decisiones, tratando de resolver los aspectos emocionales a través de la herencia.
Por eso es tan frecuente que entre las familias que están en un proceso de herencia surjan envidias, frases como “no es justo” o “papá siempre te ha preferido” o bien la herencia como una forma de compensar el dolor o vengarse por una situación que se ha vivenciado como dolorosa o injusta.
Lo cierto es que la herencia representa un momento decisivo en el funcionamiento familiar, ya que la pérdida de esa persona obliga a todos los miembros de la familia, no solo a entenderse, también a reorganizar una estructura familiar, ocupando nuevos roles que sustituyan o compensen la pérdida del rol del fallecido, aquí surgen disputas por el poder y la posición que cada hermano debe adoptar.
Lo más importante es que este proceso esté de la mano del diálogo y en caso de que el nivel de conflictividad sea alto, consultar a un psicólogo familiar, para ayudar a separar los asuntos de herencia con los problemas familiares. El principal factor de protección para una familia es la capacidad de esta a adaptarse a los cambios y amoldar su estructura ante las pérdidas, las herramientas necesarias para que esto ocurra se pueden trabajar en terapia.
Eduardo Torres
Unidad de Psicología Familiar