Como en cualquier tratamiento médico hay que prestar especial atención a los factores genéticos.
El peso de la genética es realmente una variable a tener en cuenta a la hora de enfocar un tratamiento sea cual sea su naturaleza, y en el caso de los tratamientos para perder peso no ha de ser diferente.
El hecho de padecer algún tipo de enfermedad que reste movilidad a las personas afectadas o cargar con una herencia genética familiar que le otorgue una alta predisposición a padecer cierta obesidad funcional serían factores de una gran relevancia a la hora de diseñar y calibrar el tratamiento y seguir la dieta con éxito.
Sería difícil precisar hasta que punto tienen mayor o menor relevancia puesto que nuestro peso es un resultado de la combinación de varios factores entre los que se encuentran la herencia genética, la relación con el entorno, la relación con los demás y nuestras propias variables de personalidad. Y como en cualquier ecuación, alterando uno o varios componentes de dicha ecuación, podemos modificar el resultado.
Habitualmente, lo mas fácil es controlar lo que ingerimos, pero esto casi siempre no da buen resultado porque solo estamos modificando una de las variables que intervienen en el sobrepeso. Y este factor siempre es externo a nosotros, con lo cual es el que menos repercusión tiene a largo plazo.
Si no modificamos nuestra actitud ante la comida, nuestra forma de relacionarnos con ella, la forma de expresar sentimientos y sensaciones, estaremos lejos de obtener resultados solo con modificar las ingestas, cualitativamente o cuantitativamente.
Una de las ventajas de modificar actitudes propias o internas es que modificamos la forma en la cual nos relacionamos con el ambiente, con los demás y como no, con la comida. Y solo a través de este cambio podemos afrontar con éxito cualquier tratamiento dirigido a hacernos perder peso.
Alfonso Mendez Alegre
Director de la Unidad de Obesidad y Sobrepeso