La Fibromialgia es una enfermedad poco conocida, pero cada vez más extendida entre las mujeres de edad adulta.
Podemos definir la Fibromialgia como un trastorno músculo-esquelético con dolor generalizado espontáneo y una sensibilidad exagerada en unos puntos determinados. Según la investigadora Araceli Guiote, la fibromialgia es un estado de malestar que aúna síntomas de diferentes enfermedades físicas y emocionales a lo que suelen estar asociados otros como fatiga, artrosis, colon irritable, reumatismo, problemas estomacales, problemas en la vista, depresión, ansiedad, miedos o dificultades en el sueño entre otros.
En los últimos años se ha empezado a afirmar que la Fibromialgia es una enfermedad psicosomática. Según el autor P. Gómez, algunos relatos de pacientes en torno a la Fibromialgia describen una historia de vida marcada por el sufrimiento y la asunción de un rol de adulta desde niñas: responsabilidad en tareas del hogar y del cuidado de familiares, tareas muy exigentes físicamente o desarrollo de funciones propias de los adultos. Muchas de las personas que padecen esta enfermedad son mujeres que han dedicado su vida a la atención a los demás, el cuidado o la protección, lo que les ha llevado a poner sus necesidades en segundo plano en favor de los otros.
Sin embargo, ante esta situación el cuerpo se revela y se queja, manifestando su dolor de manera insoportable, de modo que no queda más remedio que parar y dedicarse, al menos, unos momentos de reflexión, ¿qué me pasa, doctor?
Desgraciadamente, las ayudas y dispositivos necesarios para intervenir en esta enfermedad no están suficientemente desarrollados. La investigación no consigue definir las causas que originan esta enfermedad y por tanto no existen tratamientos específicos, lo que ha llevado a las personas afectadas a buscar alternativas de tratamiento para paliar su malestar.
Por ello, muchos profesionales de la psicología, la psicoterapia y otras disciplinas que buscan el bienestar y la salud integral de las personas han querido contribuir con su conocimiento y herramientas a la mejora de las condiciones de vida de estas pacientes. Poniendo en práctica el desarrollo de terapias de tercera generación, como son la musicoterapia o la arteterapia. Con ellas se han obtenido resultados muy positivos. Según A. Guiote “uno de los efectos terapéuticas de la Arteterapia es que permite a las participantes desarrollar un rol activo, y adquirir progresivamente una mayor conciencia de la relación entre el dolor físico y ciertos acontecimientos exteriores”. Estos espacios terapéuticos permiten pensar en el propio cuerpo y posibilitar, mediante la actuación a través del arte, estrategias de expresión de emociones, alternativas a la somatización, así como elaborar las historias y las experiencias vitales.
Se ha observado también que mediante el entrenamiento en ejercicios de respiración y relajación se puede reducir la tensión muscular y mejorar el bienestar general de la persona, provocando así una disminución del dolor. Estas técnicas permiten el autoconocimiento corporal, favoreciendo un mayor control y afrontamiento de las situaciones problemáticas con las que a menudo conviven.
Trabajar con técnicas artísticas como la Arteterapia ayuda a descubrir cómo asociar y relacionar el malestar producido en las sesiones con el que experimentan en su vida actual y la relación con el dolor que sienten. Un signo muy positivo será ser capaz de expresar necesidades, vulnerabilidades y exponerlas de manera abierta con el fin de profundizar en ellas y tratar de elaborar y buscar otras estrategias que permitan gestionar las emociones sin que ello suponga silenciar tanto malestar.
En las sesiones de Arteterapia se logra asociar elementos de la obra con aspectos emocionales propios y sentir una identificación con la imagen. Podemos observar, que mediante el arteterapia, se encuentran nuevas maneras de comunicar, a través del lenguaje del arte y con el apoyo emocional de la arteterapeuta pueden desarrollarse, simultáneamente, la identidad creadora. Ello posibilita adquirir habilidades, conocimientos sobre uno mismo y el mundo que nos rodea.
Para la arteterapia, el proceso creador se desarrolla como un área de experiencias que media entre las realidades internas y externas del individuo, lo cual favorece la comunicación de los aspectos intrapsíquicos con el exterior, permitiendo así establecer puentes de conexión y cooperación entre arteterapeuta y paciente. Entre otras ventajas, A. Guiote observa que la arteterapia permite:
• Posibilitar la reestructuración interiorizada de la imagen corporal dolorida.
• Proporcionar herramientas óptimas a través de la expresión creativa, para una efectiva autogestión del dolor.
• Aliviar el dolor mediante una mayor toma de conciencia de su estado corporal y emocional.
• Utilización de los talleres como medios para canalizar las emociones bloqueadas y de malestar en la subjetividad de las participantes.
• Escuchar al cuerpo de una manera diferente al dolor.
• Conectarse con una parte de ella misma anterior a la enfermedad.
Por ello, en Instituto Centta apostamos por esta disciplina que permite elaborar las emociones de una manera progresiva y poco invasiva, fomentando la toma de decisiones y el desarrollo de la conciencia de sí mismo de los pacientes. Un espacio de cuidado, reflexión y libre expresión donde el arte pasa a ser protagonista del proceso personal, permitiendo a la persona conectar con su capacidad creadora y fortaleciendo una identidad autónoma y saludable. En el Día Mundial de la Fibromialgia, os brindamos nuestro apoyo y os animamos a participar en tratamientos que fomenten el autocuidado y la mejora de la salud integral.