La época en la que nos ha tocado vivir, así como la sociedad en la que crecemos y la cultura, marcan unos códigos relacionales entre las personas que, a su vez, tiene también una fuerte influencia en la construcción personal como individuo en todas sus dimensiones: emocional, biológica, social y psicológico
El ser humano es un ser relacional, a través de las relaciones que vamos estableciendo con el entorno, vamos construyéndonos y evolucionando.
De la misma forma que estas variables intervienen en la construcción de la identidad del individuo, por su carácter relacional, lo hacen también en el desarrollo de problemas, convirtiéndose en información a tener en cuenta a la hora de realizar una evaluación en terapia individual, en terapia de pareja o en terapia familiar.
Esto implica la aceptación del ser humano como ser relacional y, en consecuencia, la influencia que variables del tipo social, cultural, político, económico o tecnológico intervienen en la construcción del self y en el desarrollo de un problema, de ahí la importancia de contextualizarlo y entender como es un problema en el entorno y como, a su vez, éste influye en el problema.
Actualmente estamos viviendo una etapa de fuertes cambios en muchos niveles. A nivel político, la crisis ha desembocado en una profunda brecha entre ciudadanos y responsables políticos y el clima que se respira es de indignación y desesperación. Los problemas económicos, resultantes del consumismo imperante y de las medidas políticas para reanimar los mercados, están cambiando la manera de funcionar de los ciudadanos en todos los niveles. Al cambiar sus prioridades, los ciudadanos están abocados a realizar un ejercicio de adaptación a la situación a costa de otros elementos considerados esenciales cuando no había crisis económica y estábamos en una sociedad de bienestar.
Las familias paradas deben atender las dificultades económicas que surgen en este contexto, a costa de despistar las relaciones y vínculos entre ellos.
En etapas anteriores era más sencillo dedicar esfuerzo y tiempo a fortalecer las necesidades afectivas entre los miembros. Todas estas circunstancias afectan a los individuos, a las parejas y a las familias y en terapia, también, los costes deben adaptarse a esta realidad y muchos de los problemas hay que contextualizarlos en esta situación de crisis cuando las familias o las parejas vienen a consulta.
Las nuevas tecnologías han irrumpido de manera contundente en los últimos años. Vivimos una etapa en la que se prioriza la conectividad y la inmediatez frente a la calidad de la relación y la vinculación. Cuanto más tiempo estés disponible y más inmediato sea el mensaje la probabilidad de que ese canal prevalezca frente a otros aumenta. Esto supone un cambio en la manera en la que las personas se relacionan entre sí. Este cambio es particularmente reconocible en los adolescentes y los jóvenes, que tienen acceso a estas herramientas desde muy pronto sin unas pautas adecuadas que enseñen a utilizarlas y con unos padres poco familiarizados tanto con los peligros que supone como con las medidas que mejor pueden funcionar.
Las consecuencias se aprecian también en la comunicación entre familias y en parejas con problemas. Estas herramientas conducen a la impulsividad y falta de tolerancia, hay que resolverlo todo inmediatamente y si se hace por canales en los que puede sentirme más protegido, mejor. Se desperdicia así un montón de información analógica (comunicación no verbal) indispensable para comprender la relación y el clima emocional. Los problemas de pareja aumentan y generan un nivel de ansiedad mucho mayor si se utilizan estos mecanismos que fomentan la impulsividad, el estar siempre disponible y la comunicación disfuncional.
Por otra parte, la sociedad patriarcal influye también en los problemas que los psicólogos atendemos en consulta. No solo en la cuestión de género, algo sobre lo que se ha estudiado mucho, también en los mandatos sociales, donde las expectativas laborales son incompatibles con las familiares. Vamos encaminados a una sociedad individual que implica aceptar nuevos conceptos de familia, ya que la familia, como siempre ha sido entendida, está cambiando por las exigencias económicas y las aspiraciones laborales de las personas. Cada vez es más difícil conciliar un trabajo con una familia en la que los vínculos sean seguros y estables, siendo, a veces, incompatible con tener pareja.
Todas estas influencias culturales afectan cuando uno desarrolla y problema y tiene que ir al psicólogo. En las terapias de pareja y de familia se aprecia la influencia de factores macro en la problemática existente, de ahí la importancia de introducir y verbalizar estos factores en el ámbito clínico.
D. Eduardo Torres
Unidad de Psicología Familiar