Según datos que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE), cerca de 30.000 niños de entre 0 y 6 años podrían solicitar una valoración en Atención Temprana debido a manifestar necesidades educativas especiales. Miles de alumnos y alumnas del sistema educativo podrían aminorar los síntomas de diversos trastornos o enfermedades, tanto físicas como mentales, si recibieran los tratamientos más adecuados en cada caso.
Los más comunes son autismo, retraso madurativo, trastornos del habla o la conducta, pero podríamos hablar también de niños y niñas con dificultades socioeconómicas o familiares, así como de aquellos que presentan un perfil de sobredotación intelectual.
El objetivo de estos equipos es el de contribuir a la mejora del funcionamiento de los centros públicos gracias a la “dimensión preventiva y de intervención temprana, a través de la identificación de situaciones y circunstancias de riesgo o desventaja, anticipándose a la aparición de problemas o detectándolos tempranamente y facilitando la intervención adecuada” según exponen en el portal madrid.org.
Este tipo de servicio es fundamental para mejorar la calidad de vida de los niños y sus familias, ya que recibiendo la atención adecuada, se pueden prevenir dificultades mayores en etapas posteriores. A pesar de la gran demanda de estos servicios, 30.000 niños según datos del INE, los recursos dedicados a este fin son escasos y muchas familias no logran acceder en el tiempo deseado a los tratamientos especializados, como son la logopedia, psicomotricidad, estimulación temprana, apoyo escolar o atención psicológica.
Cuando lo equipos de Atención Temprana estiman necesario un tratamiento especializado, entonces las familias son derivadas a los distintos recursos que existen en la Comunidad, pero desgraciadamente, estos suelen ser grupales y en ocasiones no resultan suficientes para la problemática presentada que debería ser abordada de manera individual.
Desde hace varios años, en Instituto Centta venimos observando que la mayoría de estos trastornos se pueden abordar mediante terapias de nueva generación como es la Arteterapia. Esta disciplina, que favorece la expresión libre a través de medios artísticos, permite a los pacientes desarrollar su capacidad creativa en función de sus necesidades e intereses y es un excelente medio para acceder a la mente y emoción de los niños de manera afable y utilizando su mismo lenguaje.
¿En qué ayuda la Arteterapia a los niños?
La producción artística tiene numerosos beneficios cognitivos, pero los más terapéuticos podrían ser el entrenamiento de la toma de decisiones, la estimulación psicomotora, tanto fina como gruesa, y la estimulación cognitiva. Existen además, numerosos procesos cognitivos que se activan al realizar este tipo de actividades, como son la atención, a la obra que estoy produciendo; la comprensión, la observación, la memoria, o la percepción. Así mismo, en una sesión de Arteterapia se entrenan procesos metacognitivos, que son los que nos llevan a autorregularnos y por tanto, tomar control de nuestra mente y nuestro cuerpo para conseguir los objetivos deseados. Entre ellos se da, necesariamente, la autocontemplación. Uno de los ejercicios que realizo en las sesiones de Arteterapia consiste en pedir a los niños que piensen cómo se sienten, que lo observan y que traten de sentirlo. Después, les animo a que realicen una obra artística en la que lo expresen para más tarde hablar de su descubrimiento. La idea de comunicar los aprendizajes que han derivado del proceso es una de las partes más importantes, ya que les enseña a dar validez e importancia a los que ellos perciben y sienten. Además, al implicar a todo el cuerpo en la creación, la capacidad de aprendizaje se amplía enormemente y estas enseñanzas se vuelven mucho más efectivas.
Los niños que reciben sesiones de arteterapia aprenden a manejarse en el medio, a gestionar los materiales, a elegirlos según les convenga para dar forma a sus ideas e intereses. Esto les permite alcanzar un mayor grado de madurez y autonomía. Cuando permitimos a los niños crear las obras que ellos desean, favorecemos que se impliquen más en sus producciones, lo que les da mayor confianza en sí mismos y les vuelve más creativos.
La Arteterapia tiene mucho potencial en el campo de la evaluación infantil. Aunque su objetivo principal no es elaborar un diagnóstico, sí podemos deducir, a través de la observación del proceso creativo de un niño, si sus capacidades cognitivas, emocionales o motoras se corresponden con las propias de su etapa de desarrollo. Es una manera muy efectiva para analizar a un niño por primera vez, ya que vivirá este proceso de manera poco invasiva, porque invitarles a pintar, dibujar, construir objetos o jugar es algo muy natural para los ellos en esta etapa del ciclo vital, 2-5 años.
Otra de las ventajas de la evaluación y tratamiento desde Arteterapia es que son los niños quienes, a medida que van ganando confianza con su terapeuta, irán expresando las inquietudes y dificultades que encuentran en su día a día. Al construir un espacio seguro y de contención, donde evitamos emitir juicios sobre sus producciones, son ellos quienes plantean los retos y poco a poco van abriéndose y enfrentándose a sus dificultades.
En aquellos casos donde las causas son socioeconómicas o familiares, técnicas tan efectivas como el juego simbólico o el trabajo metafórico son excelentes aliados para abordar las problemáticas que están impidiendo el normal desarrollo de los pequeños. Ellos lo vivirán como un momento único y especial que a su vez les servirá para poder encontrar su lugar y aprender a gestionar las emociones que aparecen en el día a día.
Dedicar la atención y el cuidado que necesitan los niños en edades tempranas es fundamental para evitar un desarrollo anómalo. Invertir en atención temprana puede ser la solución a grandes dificultades y sortear un futuro con mayores complicaciones.