La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones desafiantes. Nos mantiene alerta, nos ayuda a concentrarnos y nos impulsa a prepararnos mejor. Sin embargo, cuando esta ansiedad se vuelve excesiva puede ser un obstáculo en lugar de un recurso. En el contexto de los exámenes, encontrar el equilibrio entre una ansiedad que motive y una que paralice es clave para un buen desempeño académico.
Ansiedad adaptativa: el impulso que necesitamos
La ansiedad adaptativa es aquella que nos ayuda a rendir mejor. Se manifiesta como una sensación de alerta que nos impulsa a estudiar con anticipación, repasar el material y mantenernos concentrados durante el examen. En niveles moderados, esta ansiedad es beneficiosa porque activa nuestros recursos cognitivos y nos mantiene enfocados en el objetivo.
Cuando sentimos una ligera presión por obtener un buen resultado es probable que nos organicemos mejor, establezcamos horarios de estudio y pongamos en práctica estrategias para retener la información de manera efectiva. En el momento del examen, esta ansiedad puede ayudar a mantenernos atentos y receptivos, facilitando el acceso a los conocimientos adquiridos.
Ansiedad desadaptativa: cuando se convierte en un obstáculo
Por otro lado, la ansiedad desadaptativa es aquella que nos desborda y nos impide funcionar con normalidad. Se caracteriza por pensamientos negativos, miedo al fracaso, bloqueo mental e, incluso, síntomas físicos como taquicardia, sudoración excesiva o dificultades para respirar. En estos casos, la ansiedad deja de ser una aliada y se convierte en una barrera que interfiere con el rendimiento académico.
El exceso de ansiedad puede hacer que olvidemos información que hemos estudiado, que nos sintamos incapaces de responder preguntas que conocemos o que evitemos prepararnos por miedo a no hacerlo bien. En lugar de motivarnos, nos paraliza y afecta nuestra confianza.
Encontrar la zona de trabajo ideal
El objetivo no es eliminar la ansiedad por completo, sino aprender a regularla para que juegue a nuestro favor. Para lograrlo, es importante adoptar estrategias que nos ayuden a mantenernos en un nivel de activación óptimo. Desde Instituto Centta recomendamos:
- Preparación adecuada: estudiar con tiempo suficiente y de manera organizada reduce la incertidumbre y refuerza la confianza.
- Técnicas de relajación: la respiración profunda, la meditación y los ejercicios de mindfulness pueden ayudar a controlar la ansiedad excesiva.
- Autodiálogo positivo: cambiar pensamientos catastrofistas por afirmaciones motivadoras puede marcar la diferencia.
- Descanso: La memoria de largo plazo juega un papel importante y el sueño adecuado facilita la consolidación de la información.
- Trabajo psicoterapéutico: con la ayuda de un profesional se pueden desarrollar habilidades para gestionar la ansiedad de manera efectiva. Es un proceso de aprendizaje que permite mejorar la respuesta ante los exámenes y otras situaciones desafiantes.
La clave está en encontrar ese punto de equilibrio donde la ansiedad nos impulse a dar nuestro mejor esfuerzo sin bloquearnos. Con estrategias adecuadas, podemos transformar la ansiedad en una herramienta que juegue a nuestro favor y nos ayude a alcanzar nuestros objetivos académicos.
Ignacio Malo
Psicólogo experto en Psicología Familiar de Instituto Centta