Instituto Centta en el suplemento «A Tu Salud» de La Razón
El pasado domingo 4 de mayo El Rincón de Marta Robles en el suplemento A Tu Salud del periódico La Razón entrevistaba a Robin Rica, Director de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria de Instituto Centta acerca de los TCA en población adulta-jóven, dentro de un amplio reportaje sobre Trastornos Alimentarios.
Agradecemos al equipo de A Tu Salud y de La Razón que hayan contado con nuestro equipo como fuente, haciéndose eco de la necesidad de tratamientos específicos y multidisciplinares para el tratamiento de esta complicada enfermedad.
A continuación os dejamos la entrevista completa y el enlace a la publicación original, en la que encontrareis el reportaje en las páginas 12-13:
Dicen que la anorexia ya no se da solo en adolescentes, sino también en jóvenes ¿es cierto?
Aunque los Trastornos de la Conducta Alimentaria siguen teniendo unas tasas de prevalencia superiores en población adolescente, es una enfermedad transversal en cuanto a la edad. Es frecuente ver en consulta personas en torno a los 30 años que no son casos crónicos de desarrollo adolescente, sino personas en las que la patología se ha desarrollado posteriormente.
¿Y a qué se debe? ¿Tal vez la presión social ahora hace mella en todas las edades?
Los factores de predisposición y desarrollo de un TCA son diversos, desde la presencia de una autoestima baja o una tendencia al perfeccionismo a antecedentes traumáticos. Es cierto que la presión social, particularmente hacia las mujeres es muy alta. No se asumen como positivos los cambios propios del paso de los años sino que se empuja a permanecer “joven” el mayor tiempo posible. En ocasiones esta presión, en personas de un perfil de edad mas adulto puede tener un efecto negativo. Sin embargo, no se puede atribuir una relación de causa-efecto entre la presión ejercida por los medios y el desarrollo de una patología alimentaria. Sí hay una correlación y esta presión, tanto desde la sociedad como desde el grupo de iguales puede tener un efecto devastador en personas con factores de vulnerabilidad para desarrollar una de estas enfermedades.
¿Sigue siendo más frecuente en mujeres que en hombres?
Cuando se habla de anorexia o de trastornos alimentarios se suele hablar generalmente en femenino. Se considera una enfermedad mas propia de las mujeres y el ratio mujer-hombre actualmente es de 9 a 1. Aun así es muy posible que estas cifras no estén del todo ajustadas ya que, al considerarse una “enfermedad de chicas”, hay varones que le restan importancia a los síntomas y no acuden a las consultas, por lo que no aparecen en las estadísticas de los estudios. En varones suele ser mas frecuente la búsqueda de un físico musculado y voluminoso, para lo cual en ocasiones se lleva una pauta alimentaria muy poco variada que puede ocasionar problemas orgánicos. Es habitual que el llevar una alimentación así de estricta por motivos de “entrenamiento” no haga saltar tanto la alarma en el entorno cercano como si una persona comienza a restringir en exceso su dieta sin justificación aparente.
¿Cómo se puede detectar?
El aspecto principal en cuanto a la detección es la presencia de un bajo peso o de una bajada significativa de peso en poco tiempo. Sin embargo, es posible que para entonces la persona ya lleve tiempo conviviendo con la enfermedad. Previamente ya se puede observar algún cambio en la persona que puede ser detectable por su entorno cercano: cambios de humor, aislamiento, rigidez extrema con lo que se come, cuándo, cuánto, con la rutina de ejercicio, etc. Esa rigidez y obsesión extrema por aquello relacionado con el físico, la dieta o el ejercicio, dejando a un lado otros aspectos de su vida (ocio, familia, amigos, pareja..) puede ponernos sobre la pista de que pueda haber un problema alimentario.
¿Y cuál tiene que ser el comportamiento de las personas que rodean a quienes sufren anorexia para tratar de ayudarlas?
Un paso fundamental es que acudan a consulta lo antes posible. Un factor de buen pronóstico para un tratamiento es un reducido tiempo de enfermedad, con cierta independencia de la edad de inicio. En muchas ocasiones la persona no es consciente de que tenga un problema con la comida o con su peso corporal y confrontar esto directamente puede ser foco de conflicto. Alguien que esta pasando por un TCA es una persona que experimenta un enorme sufrimiento todos los días, y le afecta a otros aspectos personales no relacionados con la comida o el peso. Trasladar a la persona nuestra preocupación por su estado de ánimo, plantear los cambios a ese nivel que hemos detectado y sugerir un abordaje de la enfermedad que incluya también a la familia como parte de la solución. La presencia de la familia en los tratamientos es un apoyo fundamental en estos casos.
¿Existe algún medio de prevención de la anorexia?
Existen diversas acciones preventivas en el ámbito de los TCA desarrolladas tanto desde las Administraciones Públicas como desde Asociaciones o desde la iniciativa Privada. Estos planteamientos suelen estar orientados a la prevención y la detección precoz. Se realizan talleres preventivos sobre Imagen Corporal con población adolescente y talleres para padres para proporcionarles pautas de prevención y de detección en casa de un TCA. También acciones de detección en profesores, médicos de atención primaria, monitores de actividades de riesgo (ballet, gimnasia rítmica, patinaje, etc.) para que tengan las herramientas para detectar un posible caso cercano y acudir al recurso indicado.
A pesar de ello, las tasas de incidencia siguen aumentando por lo que es necesario redoblar esfuerzos en este sentido, planteando un enfoque flexible orientado a la salud en lugar de un rígido orientado a la estética. Es fácil caer en comportamientos poco saludables u obsesivos si el motor que nos mueve a cambiar nuestra dieta o nuestra pauta de ejercicio es la consecución de un fin estético en lugar de la integración de un cambio duradero y estable en nuestro modo de vida.
Y una vez que se detecta, ¿cuál debe ser el tratamiento?
Aunque los TCA son una enfermedad de enormes consecuencias para el organismo, se considera una enfermedad mental, por lo que el abordaje terapéutico debería ser eminentemente psicológico, contando con el apoyo de otros profesionales como médicos, psiquiatras o nutricionistas.
Desde el abordaje psicológico, consideramos el TCA como la manifestación o el síntoma de una situación subyacente que ha desembocado en una patología alimentaria y que tiene un impacto en la persona a nivel emocional, social y familiar, así como en lo que implica su propia identidad, autoestima y autoconcepto. Por lo tanto, el tratamiento ideal debería incluir todos estos aspectos a fin de lograr una recuperación estable en el tiempo a todos los niveles. Cuando el tratamiento se centra únicamente en la cuestión nutricional, corremos el riesgo de afianzar la identidad enferma de la persona y no abordar otros aspectos que puedan estar sosteniendo los síntomas. Es necesario cubrir todos estos aspectos y estar bien engranados con los profesionales médicos y nutricionales para obtener un resultado óptimo.
Enlace a la publicación:
http://www.larazon.es/damesuplementos/salud/2014-05-04_SAL/index.html#/12/