El término viene del ámbito de las adicciones, y según señala Sánchez-Hervás, existen una serie de elementos comunes en las diferentes acepciones:
– El deseo o craving a drogas forma parte de la adicción.
– El deseo se intensifica si el individuo se expone a señales asociadas al consumo de drogas.
– Es fundamental enseñar a los pacientes a analizar y afrontar cognitivamente sus deseos y observar como desaparecen sin necesidad de consumo.
Ya en 1948 WIKLER definió el craving como la urgencia intensa y agobiante para el uso de opiáceos durante la abstinencia.
A partir de ahí se ha manejado el término para definir problemas de adicciones a sustancias psicoactivas además del alcohol y el tabaco.
En 1995 TIFFANY lo define como un estado motivacional -fisiológico y psicológico- que promueve la búsqueda de sustancias y la consiguiente realización de conductas de ingesta o consumo de esas sustancias, generalmente drogas o comida.
Veremos a continuación como extrapolamos estos conceptos a lo que se denomina food-craving o el impulso irrefrenable por comer un determinado alimento.
En 1994 HILL y HEATON BROWN acuñaron esta definición: “El food-craving se ha conceptualizado como el impulso o deseo irrefrenable por consumir un determinado alimento”.
Como hemos indicado anteriormente, el craving a drogas forma parte de la adicción. En el caso del food-craving la sustancia a la que se tiene adicción es la comida. Manifestar food-craving es totalmente diferente de estar hambriento por una necesidad biológica de alimentarse. Cuando una persona está hambrienta, cualquier alimento puede satisfacer su apetito o necesidad de alimento. Sin embargo, cuando se manifiesta «craving», sólo un alimento específico puede satisfacer el deseo de comer y además este deseo es compulsivo, sin ninguna función biológica.
En otro lugar tenemos que el deseo se intensifica si el individuo se expone a señales asociadas a la sustancia, que en nuestro caso, se trata de comida. Este mecanismo se da por asociación de estímulos. Cuando la ingesta de comida se asocia a un estímulo situacional como puede ser los muebles de la cocina donde guardamos los alimentos, o la propia nevera, solo el hecho de permanecer en la cocina o pasar por delante de la nevera despertará un estado emocional que es totalmente subjetivo y nos incitará a la búsqueda de ese alimento para satisfacer el deseo por él.
Y por último, se necesita el trabajo junto con un profesional bien formado para enseñar a los pacientes a analizar y afrontar cognitivamente sus deseos. Solo a través de técnicas especificas podemos aprender a tolerar el deseo y comprobar como éste disminuye sin la necesidad de consumir, en nuestro caso ningún alimento específico, a través de la adquisición de unas habilidades concretas.
Alfonso Méndez Alegre
Unidad de Obesidad y Sobrepeso