La cuarentena y el COVID-19 no han paralizado el transcurso de otras realidades con las que convivimos diariamente. Hoy me siento a escribir a aquellas personas que en este momento afrontan una cuarentena por coronavirus para la que nadie nos prepara.
En general, el momento que más miedo da cuando perdemos a un ser querido es el momento de volver a casa. Una vez finalizados los rituales, los momentos de compañía entre familiares y amigos, una vez realizadas las gestionas más prácticas (si es que las hubiera),… Toca enfrentar, en los mejores casos, ese vacío en la calma del hogar.
De entre los recursos que tenemos en nuestras mochilas para afrontar una pérdida contamos, sobre todo, con la compañía de personas queridas, los rituales de despedida, las actividades que nos gustan, etc. Sin embargo, en periodo de cuarentena nos chocamos con cuatro paredes que nos traen constantemente tanto recuerdos, silencios, vacíos dolorosos,… con la sensación de estar atrapado en un entorno del que me es difícil escapar. Sobre todo interno.
Silencios y sufrimiento en cuarentena. Me pregunto: ¿qué recursos creativos están poniendo en marcha los dolientes en estos momentos en los que los velatorios están vacíos y las formas tradicionales de despedida y elaboración del duelo se ven cuestionadas?
Animo a aquellas personas y familias que estéis afrontando un duelo en la cuarentena del coronavirus a hacerlo de forma consciente y aprovechar los recursos de cada uno y del grupo para generar oportunidades de crecimiento:
- En familia: buscar momentos para realizar rituales de despedida y conexión adaptados a las diferentes edades. Abrir espacios es los que hablar del fallecido (en el caso del los niños con un lenguaje adaptado), estimular recuerdos y experiencias compartidas, hacer un álbum de fotos, gestionar de forma consensuada (y respetando los tiempos de cada uno) las pertenencias del fallecido, conectar con actividades que se compartían con la persona, entre otros.
- En soledad: fomentar espacios en los que tomar conciencia del impacto que supone la pérdida. Honrar todo lo vivido, escribir sobre el vínculo que se tuvo y cómo queremos que la persona siga presente en nuestra vida, sobre cómo me siento y qué necesito. Realizar actividades (y respetar los momentos de calma) que me hayan ayudado en el pasado.
- Cuidados: sigue siendo fundamental la preocupación por mantener una higiene del sueño y una alimentación adecuada. Dentro de lo posible, entendiendo que es un momento de desequilibrio, intentar respetar horarios y los cuidados básicos para que la salud no sea un problema añadido.
- Normalizar, respetar y acompañar manifestaciones del duelo: conductuales (llanto, silencios, agitación, hiperactividad,…), emocionales (tristeza, ansiedad, culpa, enfado, indiferencia, shock…), físicos (debilidad muscular, falta de aire, vacío en el estómago, opresión en el pecho, falta de energía…) y espirituales (reflexiones sobre la propia muerte, búsqueda de explicaciones y de significados, crisis de fe,…).
- Cuidado con recurrir a anestésicos que dilaten la elaboración del duelo: no abusar de medicamentos, alcohol, etc. con el objetivo de mitigar el dolor. Si te sientes desbordado en este momento hay muchos profesionales que están a tu disposición de forma telemática para acompañarte en tu proceso.
En definitiva, al igual que durante la cuarentena se nos recomienda hacer deporte, alimentarnos de forma sana, hacer actividades en familia,… Recomiendo cuidarnos de la misma forma para los retos emocionales y relacionales que nos plantea el duelo, aprender nuevas formas de acompañarnos a nosotros mismo y al otro.