El miedo a volar o aerofobia es uno de los miedos más frecuentes. Según AENA, afecta a uno de cada seis adultos. Los síntomas se corresponden con los de la ansiedad: palpitaciones, sudoración, pensamientos negativos, preocupación, náuseas, dificultad para respirar, etc, que no sólo se despiertan cuando la persona se sube a un avión, sino también ante otros estímulos relacionados con cómo hacer la maleta, comprar el billete, ir al aeropuerto, entre otros.
Todo miedo, irracional o no, tiene su correlato con experiencias anteriores, sean propias o ajenas, u otros aprendizajes que han despertado la fobia específica como es el miedo a volar. Y, por lo tanto, deberemos afrontarlo, mediante el trabajo de las emociones, y reaprender mediante nuevas experiencias.
No suelen funcionar frases del tipo: “tienes menos probabilidades de morir en un accidente aéreo que en una carretera” o “los aviones modernos son el medio de transporte más seguro que existe”. Pero, ¿por qué? Si pretendemos convencer mediante argumentos de que un miedo es irracional no conseguiremos más que una conversación que acabe con un “si ya lo sé, pero me da miedo igual”.
¿Cómo podemos plantarle cara a nuestro miedo?
- Tratamiento psicológico: La mejor forma de afrontar tu miedo a volar es empezar un tratamiento en el que un profesional te ayude a entender la ansiedad y afrontar poco a poco el miedo a volar. Una de las cosas que se persiguen durante un tratamiento psicológico de una fobia es la aplicación de diversas técnicas, como la exposición. Exponernos a las cosas que nos dan miedo de una forma segura puede ayudarnos a ir acercándonos poco a poco a la fuente de mayor ansiedad y miedo con más herramientas y la sensación de que vamos a poder afrontarlo.
- Conductas de escape o evitación: Si tenemos en cuenta lo anterior, sobra decir que aquellas conductas que hagan que evitemos exponernos a la ansiedad y el miedo quedan descartadas. Es recomendable no ingerir sustancias. Únicamente seguiremos la pauta de toma de ansiolíticos cuando nos haya sido recomendada por un profesional.
- Anticipación: Semanas antes de realizar un viaje la persona con aerofobia puede empezar a sentirse ansiosa y anticipar todas aquellas cosas que pueden ir mal. Este miedo anticipatorio puede afectar en el rendimiento de las actividades cotidianas, y puede traducirse en dificultad para dormir, irritabilidad, despistes, etc. Comparte tus preocupaciones y cuando aparezcan no escapes, enfréntalas con técnicas de relajación.
- Estar en hiperalerta: Cuando esperamos que algo malo pase, es fácil tender a interpretar cada señal como premonitoria de algo terrible. Toda la atención estará puesta en los síntomas de ansiedad y los pensamientos negativos. En su lugar podemos anticiparnos y crearnos una red de seguridad y de distracción: cargarnos de pasatiempos para hacer durante el viaje, usar ropa cómoda, volar acompañado, apoyarte en la tripulación, etc.
- Problema secundario: En algunas ocasiones el miedo a volar se deriva de problemas mayores como la agorafobia (con o sin ataques de pánico) o miedo a las alturas. El tratamiento, entonces, deberá enfocarse a tratar estos problemas. En cualquier caso un profesional te podrá ayudar a definir qué es exactamente lo que ocurre y recomendarte el tratamiento adecuado.
¿Cuánto tiempo llevas sin subirte a un avión? ¿Cuántos viajes has rechazado? Evitar coger un avión prolonga el miedo a volar. Ponte en buenas manos y enfréntate poco a poco a tu miedo.