Actualmente, la disfunción eréctil es la disfunción sexual más común. Está clasificada dentro de las disfunciones de la fase de excitación y se define como la imposibilidad de tener o mantener una erección durante un periodo de tiempo determinado. Generalmente esta dificultad es producida por factores psicosociales, como ansiedad o estrés, aunque existe un pequeño porcentaje que se deben a causas orgánicas, como efecto secundario de medicación o enfermedades.
Para entender la disfunción debemos conocer los procesos fisiológicos que se producen. Al recibir la estimulación sexual vía sensorial y cerebral, se induce una respuesta parasimpática en los vasos sanguíneos. La consecuencia es una vasodilatación generalizada que facilita la afluencia de sangre a la superficie corporal, músculos pélvicos y genitales. Sin embargo, cuando estamos preocupados o nerviosos por algo, se activa el sistema nervioso simpático. Este sistema produce la reacción de lucha o huída propio del instinto de supervivencia. Ambos sistemas son incompatibles, es decir, si está activo uno, el otro queda inmediatamente bloqueado. Por ello, cuando el sistema nervioso simpático se activa, cualquier actividad placentera queda en un segundo plano.
Aunque la disfunción se produce cuando ya se ha experimentado esta pérdida de erección en repetidas ocasiones, lo más normal es que todos los hombres hayan sufrido un episodio así alguna vez en la vida. El problema está en la manera de vivirlo. Muchos hombres lo toman como lo que es, algo puntual que puede ocurrir por diversas razones: ingesta de alcohol o drogas, nervios, preocupación, expectativas, cansancio, etc. Sin embargo, otros experimentan una sensación de fracaso, se sienten ineficaces y desarrollan una gran ansiedad. Lo más probable es que, durante la siguiente experiencia sexual, el sujeto rememore todos los pensamientos negativos anteriores. Dichos pensamientos generan sentimientos negativos por miedo a que vuelva a repetirse, miedo al fracaso y a no ser capaz de “cumplir” con su pareja. En este punto se vuelve a activar el sistema simpático y, como consecuencia, se vuelve a producir una pérdida de erección.
Algunas causas psicológicas y sociales más comunes ya han quedado expuestas, como el temor al fracaso, la sobre-responsabilidad del placer del otro, etc. Sin embargo, las disfunciones sexuales nos pueden indicar que hay un problema de pareja (no se van a tener relaciones sexuales cuando se está enfadado con la otra persona, ya que en muchas ocasiones se toma como un “premio” que debe ganarse), o que existe una falta de información, o esta es incorrecta, sobre la sexualidad y la forma de vivirla de forma sana. La pérdida de erección puede ser también causada por sentimientos de vergüenza, de culpa (remordimientos, aspectos morales o religiosos), complejos físicos, temor a contraer alguna enfermedad, orientación sexual no asumida e incluso fantasías sexuales no asumidas.
En numerosas ocasiones, los sujetos que tienen este tipo de disfunción acuden a fármacos que les ayude a tener una buena erección. Dichos fármacos facilitan, pero no producen una erección por sí solos. Físicamente ayudan a que se produzca una vasodilatación (propio del sistema nervioso parasimpático), sin embargo, si las preocupaciones y la ansiedad anticipatoria están presentes, el sistema nervioso simpático inhibirá el proceso erectivo de todas formas y, aunque se consiga erección, la sensación de placer estará limitada por los procesos psicológicos previos. Además de ser un “parche” para una problemática que debe tratarse en terapia, en la mayor parte de las ocasiones se compran de forma libre, no pautado por un médico, sin tener en cuenta todos los efectos secundarios y contraindicaciones que poseen.
Como se puede comprobar, la disfunción eréctil no depende de la edad. En cualquier momento del ciclo vital se puede sentir presión que dificulte la relación sexual. Bien es cierto que es un problema con mayor prevalencia a partir de los 35 o 40 años, pero evidentemente coincide con un aumento de carga familiar y laborar.
En cualquier caso, lo ideal es acudir a un especialista cuanto antes, ya que la terapia sexual, y más concretamente la terapia en disfunción eréctil, es la más efectiva y con resultados más evidentes a corto plazo de todas las terapias psicológicas que existen.
Silvia Cintrano de la Torre
Unidad de Sexología