Es sabido que en la actualidad, cada vez más, el sexo deja de ser un tabú para empezar a ser un tema de conversación cotidiano. Se habla de posturas, apetencias, experiencias, satisfacciones e incluso (para)filias. Pero, ¿realmente sabemos diferenciar una filia de una parafilia? La mayoría dirá algunos términos ambiguos, más o menos acertados. La realidad es que nos cuesta diferenciarlos, ya que la línea divisoria es muy fina y poco conocida.
Las filias no son más que atracciones hacia determinadas realidades o situaciones. Por simplificarlo, el antónimo de “fobia”. Las filias no se asocian únicamente a sexualidad o genitalidad, sino que pueden referirse al “gusto por” de cualquier ámbito de nuestra vida. Es algo que nos gusta o nos llama la atención. Por ejemplo, la “agorafilia” es la atracción a los espacios abiertos, todo lo contrario a la agorafobia, término mucho más conocido. Sin embargo, puede ser que a la persona no sólo le atraiga, sino que también sienta excitación por la actividad sexual en lugares públicos. Aunque el término sea el mismo, con independencia de si hay excitación o no, las realidades son muy distintas.
Las parafilias son patrones de comportamientos sexuales en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra actividad, objeto o situación poco habitual. La característica principal reside en la presencia de repetidas e intensas fantasías, impulsos y comportamientos sexuales en torno a dichas situaciones.
Además, otro aspecto importante que lo diferencia de las filias es que en las parafilias se causa daño al propio individuo o a otros, violando los derechos de las personas, provocando malestar. Cualquier filia puede terminar siendo una parafilia si se causa daños con el objetivo de generar placer que solamente se satisface de esa manera.
Por ejemplo, el día de Todos los Santos existe una conducta necrófila en muchas culturas religiosas: se honra a los fallecidos, se hacen rituales tradicionales en torno a la muerte, etc. Es decir, hay un “gusto por” lo relacionado con la muerte. Esto se referiría a la filia, nada que ver con la parafilia, relacionada con el comportamiento sexual en torno a los muertos.
Las filias más comunes y conocidas relacionadas con la sexualidad son:
Fetichismo: es la expresión de la sexualidad en la que el gusto reside en poseer y obtener objetos de determinada persona.
Voyerismo: la atracción está en ver los cuerpos, relaciones sexuales y/o amorosas o ambos de otras personas (pornografía, artes, etc.).
Polirelación: las personas tienen preferencia por relacionarse con varios individuos simultáneamente.
Sadismo: el placer se obtiene al infligir dolor físico, someter, vejar a otras personas o hacer que otros dependan de ellos.
Masoquismo: el placer se encuentra en la sumisión y en que se inflija dolor a uno mismo.
Algunas de estas filias parecen encajar mejor en los términos de parafilia, si no se tiene en cuenta que las personas implicadas pueden desear tener dichos comportamientos y dar su consentimiento libremente.
En mayor o menos medida, todas las personas presentamos algún tipo de filia tanto a nivel sexual como a otros niveles. Lo importante es aprender a conocernos, saber identificar cuáles son nuestros gustos y manejarlos de forma coherente. El problema aparece cuando la expresión de dichas filias genera un malestar significativo, caso en el que se debería acudir a un psicólogo especialista para redirigir estas emociones.
El objetivo principal sería la búsqueda de alternativas para disfrutar de una sexualidad sana, responsable y libre que permita explorar nuevas experiencias.
Silvia Cintrano
Unidad de Sexología y Terapia de pareja