La disciplina Arteterapia permite la vivencia de una experiencia de crecimiento personal ya que supone la confrontación de la persona con el espacio en blanco, con el vacío. Esta realidad lleva a la persona a cuestionarse que puede aportar ella a esa realidad, con los recursos que tiene, que siempre son limitados y con su visión del mundo, personal. Los materiales artísticos representan las posibilidades que tenemos para configurar nuestra realidad. La obra, metáfora de nuestra persona, el momento que vivimos, las dificultades y las fortalezas, los errores y los aciertos que firmamos.
La posibilidad de enfrentarnos al silencio, al vacío y crear implica que lo hagamos desde distintos lugares de nuestra personalidad. Hay personas que tienden a querer controlar la situación, para ello escogen materiales con los que están familiarizados, que les permitan llevar al papel la idea que tienen con el mínimo margen de error. Utilizan formas conocidas para representar su visión del mundo, para representarse. Los colores permanecen intactos, no hay matices, la realidad es categórica, la técnica pura. Es demasiado difícil tolerar la frustración y por ello, permanecerán en la zona segura, dando poco margen a la aventura.
Otras veces en cambio, se dejan llevar, ante la tarea, responden de manera impulsiva, irracional, sin planificar, ni organizar, sin bocetar, ni prever, se entregan a ello. Se meten en la obra, el proceso les absorbe y se olvidan del tiempo, entran y salen transformados. Cuando observan su obra, esta les sorprende, aparece el inconsciente. La niña interior, la mujer reprimida, la locura está en los colores, las formas. A veces descubrimos que regresar a un tiempo pasado, es más sencillo que confrontarnos con el aquí y ahora.
El espacio de Arteterapia permite ir modificando poco a poco estas tendencias. A través de la toma de conciencia, la arteterapeuta hará evidente las observaciones sobre la manera de afrontar los problemas, los cambios o la novedad. El paciente, podrá reflexionar sobre los aspectos de su vida en los que utiliza los mismos mecanismos, las mismas estructuras que les llevan a las mismas situaciones una y otra vez. El desarrollo personal será posible cuando podamos construir nuevos modos de afrontamiento de los conflictos y las situaciones estresantes.
Gracias a las múltiples posibilidades de los materiales artísticos, la persona, inmersa en su proceso de desarrollo personal, tendrá la oportunidad de vivir experiencias de cambio que le permitan experimentar situaciones novedosas en un espacio seguro en el que el juicio sobre la obra no tiene lugar y sin embargo, es el proceso creativo el que nos permitirá indagar en las emociones que han aparecido al descubrir una técnica nueva, las propiedades de un material o nuestra habilidad para modelar con arcilla.
Me gustaría terminar ensalzando la capacidad de la Arteterapia para llevarnos a lugares desconocidos sin que ello suponga una amenaza y que la experiencia sea lo bastante significativa para animarnos a trasladar el aprendizaje a otras áreas de nuestra vida.
Cristina Ramos
Unidad de Arteterapia