La detección de Anorexia Nerviosa cuanto antes, es un aspecto fundamental a la hora de abordar una enfermedad cuyo impacto sobre la salud física y mental de la persona que la sufre es devastador. En este sentido suele ser el entorno cercano al paciente, y en particular su familia, los que primero se percatan de que algo no va bien y detectan algunos síntomas de anorexia. Sin embargo en muchos casos esa detección llega tarde y dificulta el pronóstico.
La baja conciencia de enfermedad o del impacto para la salud que conlleva la drástica disminución del peso, así como la dificultad para distinguir en ocasiones lo que es una enfermedad de lo que son “las preocupaciones típicas de la edad” conllevan a un retraso en el comienzo de un tratamiento que siempre es necesario.
Los síntomas de Anorexia Nerviosa son principalmente 3: una restricción de la ingesta que conduce a un bajo peso (o a la no ganancia del peso esperado para su edad), un miedo intenso a ganar peso que lleva a acciones orientadas a perder o no recuperar peso y una alteración de la percepción corporal, a la que se le da una importancia excesiva en la autoevaluación.
Aunque son precisamente las alteraciones rígidas en la cantidad o la variedad de los alimentos y la bajada de peso lo que hace saltar las alarmas, existen otros signos que nos pueden alertar de que estamos conviviendo con un miembro mas en casa: el TCA:
Cabe destacar que los síntomas de anorexia que hemos identificado, por sí solos y de forma aislada no constituyen necesariamente un diagnóstico de Anorexia Nerviosa. Una persona puede perder peso por diversos motivos y su conducta o su estado de ánimo puede alterarse en un momento dado. La clave está en que esas nuevas maneras de comportarse, de relacionarse o de reaccionar suponen un cambio importante respecto al estado anterior, y se aplican de forma rígida a la mayoría de situaciones. Si por ejemplo alguien deja de lado una cena con su grupo de amigos por no saber qué se va a comer o porque el reflejo que le devuelve el espejo antes de salir no le gusta, denota una inflexibilidad y una dificultad de adaptación que, en efecto, genera problemas.
Como comentábamos al inicio, la baja conciencia de problema en muchos casos por parte de la persona que sufre Anorexia hace que la información que pueda aportar la familia a los profesionales cobre particular importancia, ya que la enfermedad impide que se reconozcan las consecuencias médicas de su estado. Aunque contemos con los mejores recursos, los mejores tratamientos y el mejor equipo terapéutico para el tratamiento de un TCA, será siempre complicado poner en marcha el abordaje si los pacientes no acuden a los recursos terapéuticos por la dificultad para detectar la enfermedad. En este sentido y una vez mas, la familia es fundamental.
Robin Rica
Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria