Se acerca San Valentín, el día de los enamorados, de las parejas, un día para celebrar el amor. Sin embargo, cada vez son más las personas que no comulgan con el significado que socialmente se promueve a través de la celebración de este día. Y estas personas no están solas necesariamente, cada vez son más las parejas que no se identifican con estos valores.
Aprovechando esto conviene reflexionar sobre el significado de este día y sobre el efecto que tiene sobre nosotros. No quisiera detenerme en la dimensión comercial o capitalista, no porque no sea real o no exista, más bien quiero ahondar en la influencia que tiene sobre nosotros a nivel psicoemocional y me gustaría comenzar este análisis por la pregunta: ¿A quién le viene bien San Valentín?
Vivimos en esta etapa de individualismo y narcisismo que caricaturizan los analistas, donde lo que prima son unos valores que nos disponen a establecer vínculos con los demás de competición, que promueven la superación personal, la autoestima, el positivismo y la actitud y donde hay una exigencia a construir esa valorada fotografía en la que aparecen un buen puesto de trabajo, una casa acomodada, ahorros, familia y una sonrisa. Esta fotografía moldea las aspiraciones de las personas y ayuda a construir un concepto sobre qué es ser feliz, qué es ser fuerte o qué es ser exitoso. Es uno de los factores que interviene en profundos cambios sociales —descenso de natalidad, aumento de separaciones y divorcios o desigualdad— y psicológicos —aumento de estrés, ansiedad, depresión—. Estamos expuestos a multitud de mensajes del entorno, de la cultura en la que vivimos y tenemos que lidiar con esos mensajes que enmarcan y contextualizan muchas de las cosas que nos pasan.
Quizá convendría hablar de qué es el amor o la pareja y para ello creo que conviene saber que el hombre es un ser relacional, que necesita vincularse con otras personas para desarrollarse biopsicosocialmente desde recién nacido. El ser humano necesita de relaciones y de amor, si bien, aquí, como señala J.L Linares, no hablamos de un amor sentimental exclusivamente, hablamos de un amor nutricional, que nos aporte los elementos cognitivos, sensoriales, emocionales y prácticos necesarios para desarrollarnos plenamente. Estos nutrientes que nos aporta el amor al que hacemos mención son indispensables a nivel individual y un factor de protección ante los sucesos que nos van ocurriendo a lo largo de la vida.
Dista mucho el concepto de amor nutricional del amor que promueve San Valentín, el amor romántico, un amor intenso, pasional, al que te debes entregar y por el que no importa sacrificarse o pasarlo mal, ya que eso es garantía de que el amor que sientes es real.
Resulta curioso que estemos expuestos a mensajes tan contradictorios. Por un lado debes ser independiente y competitivo, y por otro debes tener pareja en el marco de este amor que promueve entrega, sacrificio y sumisión. Quizá por eso cada día aumentan más las consultas por dependencia emocional o por parejas “tóxicas” en las que la gente se queda enganchada. Pareciera que desde estos mensajes contradictorios la única manera de responder es estar solo o estar en una relación eternamente romántica, cuando es sabido que ambas opciones resultan ser un factor de riesgo para desarrollar problemas psicológicos.
¿Qué mensaje hay detrás del día del amor? ¿Cómo es estar en un contexto que promueve estar en pareja y nos enmarca en un tipo de amor tan específico como el que se promueve en San Valentín?
EL ser humano necesita de relaciones para construirse, para ser independiente y esta es la clave, para obtener los nutrientes necesarios dependo de muchos vínculos, no de uno y no necesariamente tiene porqué ser romántico. ¿Cómo nos ayuda estar expuestos a mensajes que promueven este amor romántico? ¿A quién le viene bien San Valentín?