La alexitimia es la condición psicológica que impide la identificación, control y expresión de las emociones, propias y ajenas. Según la Sociedad Española de Neurología (SEN) un 10% de la población mundial sufre de alexitimia.
Algunos de los síntomas de la alexitimia:
- Problemas para identificar y describir emociones.
- Baja capacidad para la introspección y la fantasía.
- Dificultad para diferenciar las sensaciones corporales de las emociones.
- Aparentemente parecen serios y hablan poco.
- Tendencia a lo práctico y la razón y a las experiencias externas.
- En ocasiones pueden comportarse de forma impulsiva.
- Entablan relaciones o bien de dependencia o bien de aislamiento social.
Es una dificultad que puede ser el resultado de varias circunstancias, predominando los trastornos neurológicos. Pero también el aprendizaje y educación emocional del individuo y diversos traumas pueden estar detrás del desarrollo de los síntomas.
A los síntomas de la alexitimia se les une un nivel alto de sufrimiento emocional que la persona no sabe definir y, por lo tanto, autorregularse. Pero además, si tenemos en cuenta que las personas con alexitimia suelen ser inexpresivas a nivel físico, verbal y emocional.
La alexitimia en las relaciones sentimentales
La alexitimia no sólo la padece la persona, también afecta a su entorno. Es una condición que dificulta enormemente las relaciones interpersonales, ya que no se produce un intercambio fluido de emociones y estados anímicos y la otra persona no siempre puede saber cómo se siente el alexitímico. No se muestran ni demasiado alegres ni demasiado tristes; no suelen decir “me apetece mucho esto” o “estoy desmotivado”. Si, además, la dificultad se encuentra en la comunicación de lo que se siente la pareja puede interpretar que no dicen “te quiero” por no mojarse o por miedo y se entra en discusiones que resienten mucho la relación. La pareja puede sentir que la relación no es equitativa y que uno da más que otro.
La clave para superar la alexitimia es el entrenamiento en el reconocimiento de sensaciones que se puedan traducir en lenguaje emocional. Es decir, rescatamos la aparentemente escasa actividad emocional del cerebro y el cuerpo (momentos de estrés, respuestas corporales involuntarias, somatizaciones, etc.) y le asignamos un valor emocional, entender qué están sintiendo.
Y, sobre todo, ¡no darles por perdidos! TIENEN CORAZÓN, sí que sienten y pueden enamorarse, aunque no sean tan conscientes como el resto de las personas y necesiten un poco de ayuda.