Resulta muy obvio hablar de la relación existente entre Psicología y Literatura. Resulta muy obvio, aparentemente, y es que los últimos giros que se han venido dando desde esta disciplina para su profesionalización y su rigurosidad han derivado en una guerra abierta entre los objetivistas más radicales, que rechazan cualquier elemento que no pueda ser demostrado empíricamente, y los talibanes subjetivistas instalados en las corrientes postmodernistas donde no se da nada por cierto y se da validez a una relatividad donde todo vale.
Los primeros, en el nombre de la ciencia (un modelo de ciencia rígido y exclusivo), desvirtúan el poder de las historias, de las narrativas, como poderosas herramientas al servicio del cambio. Los segundos, en cambio, adolecen de un marco que proteja la labor psicoterapéutica, dando cabida a charlatanes que llenan las estanterías de libros de autoayuda plagados de consejos y recomendaciones vacías y con dudosas evidencias.
En estas guerras se pierde el foco de lo que es y lo que sirve en Psicología y se nos olvida el valor que tienen otras disciplinas y su impacto psicológico en las personas.
La literatura es una herramienta terapéutica a la que me referiré no como útil, si no como básica, poderosa y curativa. Los relatos y las metáfora, las historias y biografías, los cuentos, los comics,… son construcciones narrativas con la capacidad de generar cambios mucho más poderosos que algunas propuestas de intervención psicológica diseñadas por colegas de profesión.
El presente artículo pretende ser unas estimulación o un incentivo para reflexionar sobre la literatura como agente de cambio a propósito del Día del Libro, día donde se conmemora el valor cultural, social y también psicológico de la Literatura. Para eso vamos a recorrer algunas obras que puedan ser miradas y pensadas desde este enfoque instrumental, al servicio del cambio, de la reflexión y de la curación psicoemocional.
- Para hablar de familia “El príncipe de las mareas”. Best-seller de Pat Conray, autor recientemente fallecido. Esta novela fue adaptada al cine con Barbra Streisand, sin embargo, lo que vengo a recalcar aquí, no es tanto la historia de amor entre los protagonistas, que es en lo que se centra el film, si no la historia familiar de él. En este libro hay un fiel reflejo de cómo es una familia disfuncional y los efectos que tiene sobre los miembros que la componen. La novela es capaz de describir detalles tan sumamente precisos ante los cuales, el lector, no puede evitar empatizar. Las coaliciones, el maltrato, el manejo de los secretos, las alianzas, los castigos, también la mitología familiar y lealtades entre ellos que los mantienen unidos a pesar de cualquier circunstancia, pero sobre todo, las consecuencias que tiene para una persona. No es casualidad que haya una descripción tan precisa en esta novela y es que es, en parte, autobiográfica, ya que el autor creció en un entorno similar. El autor fue controvertido y criticado por su estilo, y si bien es cierto que el libro puede resultar tedioso y se abuse de la descripción, el resultado hace que merezca la pena.
- Para niños, la recientemente publicada colección “Senticuentos” que está compuesta por pequeñas historias, muy bien ilustradas, para abordar en familia diferentes temáticas que afectan a los más pequeños. Hay publicados dos cuentos, “El viaje del cordón de plata” de Loretta Zaira para abordar la adopción, “El jardín de los abrazos” de Jose Antonio Luengo para el acoso escolar y próximamente se presentará “¿De qué color son tus secretos” de Margarita García para abuso sexual. Esta colección de cuentos publicada por la editorial “Sentir” y tan acertadamente dirigida por Mercedes Bermejo, psicóloga infantojuvenil, permite a los familiares, a través de los cuentos, tocar problemáticas con sus hijos facilitando el encuentro entre ambos. Toda una herramienta con un gran valor artístico y terapéutico.
- “Lucas” para hablar de duelo, de perdida y de dolor, pero también para hablar de amor, de superación y de fuerza. Escrito por Mar Nieto, este libro cuenta su historia y la de Lucas, su hijo, que fallece a los pocos años de nacer, consecuencia de una enfermedad. El valor de su relato es incalculable y tiene la capacidad de emocionarte desde el primer párrafo. Es un documento sobre la vida, sobre el sentido de la misma que te obliga a cuestionarte los aspectos más estructurales de ti mismo. Una vez que lees este libro ya no puedes ser el mismo. Altamente recomendable, este libro es fácil de leer y difícil de olvidar.
- “Ensayo sobre la ceguera” para hablar de todo, de nosotros, de nuestra sociedad, de cómo funciona el ser humano. El valor de esta obra literaria le ha valido a su autor, José Saramago, un nobel de Literatura. La persona que crece en un sistema enfermo, enferma. A partir de esa frase y a través de su protagonista, realiza una anatomía precisa de la relación individuo y sociedad así como de los efectos que se retroalimentan sobre ambos. Este clásico es de lectura obligatoria para abrir los ojos, conocernos mejor y desarrollar un pensamiento crítico, como de una píldora necesaria para sobrevivir en nuestro entorno.
- “Las ventajas de ser un marginado” para hablar de adolescencia. También se realizó una película recientemente basada en la novela. Ideal para pensar sobre esta etapa del ciclo vital tan compleja e inestable donde se abordan temáticas como la autoestima, el trauma, la comunicación, el suicidio, el amor, la amistad, la homosexualidad de una forma muy dulce y sencilla. El autor sabe recoger los procesos emocionales y reseñar, como moraleja, la importancia de un buen manejo de los mismos mediante el protagonista y sus propias reflexiones. También es una novela que permite desculpabilizar tanto al entorno como al propio individuo, fomentando el perdón y reflexionando sobre las necesidades que tiene un adolescente. Es un libro que recomiendo con frecuencia a mis pacientes, sobre todo si se trata de jóvenes y adolescentes y que me permite trabajar multitud de aspectos. Fácil lectura y sencilla comprensión, cuenta, además, con una lista de canciones que todos debiéramos escuchar para asentar la tristeza, la euforia, etc.